LA EDICIÓN MÁS EMOTIVA DEL KILÓMETRO VERTICAL DE LAS HURDES
Una prueba deportiva contra el fuego. Una prueba que lleva a los atletas al límite. Una prueba que refleja la capacidad de resistencia de una comarca. Esas perspectivas están implícitas en El Kilómetro Vertical de Las Hurdes, que este año ha alcanzado, por las circunstancias que la han rodeado, una dimensión extraordinaria, su cenit tras diez ediciones.
Todo lo anterior lo expresa el reportaje de Luis Javier González publicado en El País este 28 de febrero bajo el título “La carrera de montaña que sobrevivió al fuego en Las Hurdes”. La comarca cacereña mantiene su kilómetro vertical en el mismo recorrido de Ladrillar arrasado por el incendio del pasado verano”.
En lo estrictamente deportivo, Guillermo Muñoz (41m54s) y Verónica Sánchez (54m44s) fueron los más rápidos. El podio masculino se completó con Álvaro García Hernández (44m29s) y Pedro Calderón (45m49s). La segunda fémina fue Eva Sayago Zambrano (55m05s) y la tercera Minerva Muñoz Soler (55m21s).
En el denominado Premio Tío Picho, que es el recorrido que suma a la subida del kilómetro vertical la bajada a Ladrillar por un trazado distinto al del ascenso, completando una distancia total de 9kms. El podio masculino fue para Álvaro García Hernández (1h12m25s), Pedro Calderón (1h14m18s) y Ricardo Román García (1h14m38s). Y el podio femenino para Minerva Muñoz Soler (1h30m58s), Elisabeth Vaquero Casares (1h32m47s) y Laura Moyano Yustas (1h33m24s).
Como campeonas/es del Campeonato de Extremadura de carrera vertical, se proclamaron los siguientes:
Categoría infantil: Macarena Carmona (Club atletismo Almoharín). Cadete: Javier Collado (Club atletismo Almoharín).
Inclusivo: Fernando Acosta (Asociación GECO).
Junior: Alicia Pañero (Club atletismo Almoharín). Felipe Neila (CD Paporros). Senior: Eva Sayago (Picota Trail). Pedro Calderón (AD Atletismo Don Benito).
Veterano A: Minerva Muñoz (Extremadura Sport Club). Benito Flores (AD Puebla Trail).
Veterano B: Lola Del Arco (independiente). Felipe Neila Guijo (CD Paporros). Veterano C: Manuel Perozo (Team Isla Sport).
Por clubes en la categoría masculina el Team Extremadura Sport ha sido el campeón y en categoría femenina se ha coronado el Team Isla Sport.
Como en anteriores ediciones, la prueba también cuida de las y los más jóvenes deportistas y de aquellas y aquellos participantes en menor estado de forma. Desarrollando también las carreras de Medio kilómetro vertical (1500mts de distancia con 400mts de desnivel positivo) y de Cuarto kilómetro vertical (1000mts de distancia y 250mts de desnivel positivo).
A continuación reproducimos el citado reportaje, crónica de la prueba:
Los bomberos de Ladrillar suben con zapatillas de correr por el valle que apagaron a duras penas en verano. Porque aquel fuego provocado ha unido a los vecinos que sintieron las llamas. Las Hurdes, dibujadas por Luis Buñuel en su documental de los años 30 (Tierra sin pan) como un lugar sin civilizar, lo resisten todo. También su carrera por montaña más salvaje, su kilómetro vertical, que ha repetido el mismo recorrido pese a que la frondosa arboleda ha dejado paso a la desolación de las cenizas. Porque al norte de Cáceres no existe la rendición ni se negocian los principios. Y Conchi necesita una razón para preparar la olla de garbanzos que custodia feliz en la meta.
La filosofía de un kilómetro vertical es buscar el máximo desnivel en la menor distancia. Óscar Campos, representante de la agrupación deportiva IES Gregorio Marañón, encargado de la organización, se las deseó para encontrar el actual recorrido de 1.015 metros positivos en apenas 3,5 kilómetros, desde la piscina natural de Ladrillar hasta el Mingorro, el techo hurdano con 1.627 metros. “No es fruto de la casualidad. Hemos hecho diez ediciones y le hemos dado muchas vueltas. El primero no llegaba a 1.000 metros en seis kilómetros. Gracias a los caminos que abren las cabras y a que hay mucho matorral bajo en el que se puede caminar, lo logramos”. El premio fue acoger el campeonato de España de la disciplina en 2022.
Y el trazado, contra todo pronóstico, sobrevivió al fuego. “Nadie daba un duro porque se pudiera hacer aquí algo en años”. La Agrupación organizó un homenaje a los bomberos y a la población del valle. “Quedar un día, hacer el recorrido juntos y una comida de convivencia. No sabíamos lo que nos íbamos a encontrar, pero nos llevamos la esperanza de que era posible”. El primer tercio de la subida es desolador, un pinar arrasado que parece un desierto, pero la verticalidad sigue ahí, aunque la pisada es más costosa. Las pedreras de la parte superior aguantaron –tan hostiles que ni el fuego las quiere–, así como la zona de chorreras: la humedad protegió a las pequeñas encinas, chaparras y madroños. “Fue un subidón”.
Así que la prueba siguió en el calendario. Las labores de limpieza sirvieron para retirar los árboles, así que no hay obstáculos a esa verticalidad extrema. Porque la vegetación a veces oculta la dimensión de la pared que el corredor intenta vencer a costa de sus lumbares, vencido hacia delante, con las manos haciendo palanca sobre las rodillas para olvidar que la pendiente media es del 30%. El centenar de participantes salieron en grupos de cinco para un formato contrarreloj que detiene el cronómetro en la cima. La bajada discurre por un trazado más amable de seis kilómetros; eso sí, tras atravesar los dos primeros por una cresta de piedra con restos de nieve y hielo. Guillermo Ramos (41m54s) y Verónica Sánchez (54m44s) fueron los más rápidos.
Un momento de la ascensión del kilómetro vertical
El gran reto de un kilómetro vertical así es la asistencia. En el homenaje, un bombero sufrió de lo lindo. “Le entraron unos calambres brutales cerca de la cima. Tuvimos que subirle porque bajar era mucho peor. Es que no hay otra
opción, hay que llegar al punto de escape y que suban los coches”. Mientras en otros verticales hay acceso por carretera hasta la cima, en Las Hurdes hay que trasladar el escaso avituallamiento con porteadores, que suben por la bajada. “No podemos llevar mucho porque ahí arriba la gente pasa frío y el líquido se puede congelar”. En el Mingorro esperaba una alfombra azul para medir el tiempo y dos voluntarios con agua, isotónico y gominolas. Un simple apoyo para llegar al collado de la Grajera, a dos kilómetros, donde sí llegan vehículos con avituallamiento generoso.
Unos meses antes del incendio, los bomberos ya salvaron vidas allí. Las Hurdes acogió el campeonato de España con su máxima hostilidad: granizo en la cima y una niebla densa en la bajada que ocultaba el recorrido, marcado por cintas. El resultado fue una veintena de casos de hipotermia, casi uno de cada diez participantes. La bajada, un trámite en esta disciplina, no era una lucha contra el crono, sino contra el organismo. El drama fue tal que los bomberos subieron al collado y encendieron una hoguera.
“No está permitido, pero fue un momento de supervivencia”, subraya Campos mientras organiza medio centenar de medallas y los trofeos que llevan el alma de la tierra, elaborados por un carpintero y un herrero de Caminomorisco. Tras cruzar la línea de meta, un requisito imprescindible para comprobar que todos los corredores han vuelto de la montaña, llega el aroma a garbanzos. No solo para los que llevan el dorsal, sino para los acompañantes que se han congelado esperando. En Ladrillar nadie se queda sin comer porque no falta un voluntario para servir, unas sonrisas a prueba de llamas.
Como en tantas ocasiones, desde la organización se traslada el agradecimiento a las instituciones colaboradoras:
Ayuntamiento de Ladrillar, Federación Extremeña de Montaña y Escalada (FEXME), Dirección General de Deportes de la Junta de Extremadura, AdicHurdes, Mancomunidad de municipios de Las Hurdes y Centro de profesores y recursos de Caminomorisco. Apoyo sin el cual no hubiese podido realizarse el evento deportivo. Además de la gran y desinteresada labor llevada a cabo por los voluntarios de la comarca de Las Hurdes.